La Educación Infantil en la actualidad

¿QUE SE DEBE EDUCAR EN LA ESCUELA INFANTIL?

Los sentidos, por ser el centro receptor de la información interna y externa. La variedad y las interconexiones de las sensaciones visuales, táctiles, auditivas gustativas, olfativas y cinestésicas provocan en niños y niñas una serie de percepciones que permitirán un posterior desarrollo de la sensibilidad en todas sus manifestaciones.

El movimiento, por ser el elemento que convierte a los pequeños en seres autónomos capaces de moverse por el espacio, desplazarse, acceder a los objetos y, en general, actuar sobre la realidad que los rodea.

El lenguaje, por ser el elemento de comunicación con el entorno, desde el lenguaje gestual hasta la palabra, que sirve como pilar de la estructura del pensamiento.

El pensamiento por ser el conjunto de capacidades, que engloban la atención, memoria, comparación, lógica, etc. Que contribuyen al desarrollo de la inteligencia.

La autonomía personal, por favorecer la adquisición de hábitos que permiten a los pequeños valerse por si mismos y conseguir una mayor autonomía.

La sociabilidad, capacidad de relacionarse positivamente con las personas y las cosas.

La personalidad, faceta de autoconocimiento que ayudara a la persona a conocer sus posibilidades y sus limitaciones hacia si misma y hacia los demás.

La escuela infantil debe fomentar una estrecha relación de reciprocidad sociocultural con el entorno, para que el proceso educativo se lleve a cabo de forma complementaria en un todo integrado.



¿CUÁL DEBE SER EL PAPEL DE LA ESCUELA INFANTIL?

La escuela infantil debe plantearse como el inicio de la educación, donde se cimentaran los pilares en los que las personas basarán todo su aprendizaje.

Globalidad e individualidad

Tiene unas características propias dentro del sistema educativo, estas peculiaridades vienen definidas por su doble carácter global e individual, y no se puede intervenir en el niño o niña de estas edades olvidando esta dualidad.

El carácter global es un principio básico, ya que no se está trabajando solo para el desarrollo intelectual o psicomotor o social, sino que se debe intervenir con la misma intensidad en todas las facetas de su desarrollo personal.

No hay que olvidar su carácter individual. No se puede aplicar la misma intensidad de acción en todos los niños y niñas, dado la maduración del sistema nervioso tiene un carácter individual. Debemos tener en cuenta que el proceso de desarrollo psiconeurológico está sujeto a alteraciones y ritmos diversos.

La escuela como facilitadora y potenciadora del aprendizaje

En el momento en que se incorpora a un niño o niña, hay que preguntarse de qué manera se va a plantear su educación. La escuela ejercerá una función facilitadora y potenciadora del aprendizaje.

Facilitadora en el sentido de poner al alcance de los niños y niñas aquellas herramientas que ayuden a su desarrollo.

Potenciadora, para favorecer el desarrollo y maduración de las capacidades de los pequeños.

La escuela infantil deberá ofrecer a niños y niñas las situaciones más favorables para su desarrollo, optimizando sus espacios y su organización.

El carácter integrador y compensatorio de la escuela infantil

Actuación con carácter integrador, facilitando y potenciando la convivencia de todos los niños y niñas en el mismo entorno y su participación en las mismas actividades en igualdad de condiciones.

Actuación con carácter compensatorio, entendida como la intervención orientada a equilibrar el nivel de oportunidades y estímulos en el desarrollo de los niños y niñas con mayor desventaja, compensando sus posibles carencias o déficits.

El objetivo es el equilibrio en el desarrollo individual.

¿A qué capacidad damos prioridad en la intervención?

Podemos pensar que la escuela infantil:

No es un lugar en el que el aprendizaje de conceptos sea lo fundamental, al contrario, debe ser el espacio en que vayan madurando los procesos mentales que hacen posible la adquisición del conocimiento.

En ningún caso ha de ser un elemento pasivo, proveedor de información y mero observador del desarrollo humano, sino que deberá actuar como un verdadero mediador social y activador psicológico.

El educador o educadora deberán actuar en consecuencia, y aplicar las estrategias metodológicas y los recursos necesarios para alcanzar estos objetivos.



¿CUÁL DEBE SER EL PAPEL DEL EDUCADOR O DE LA EDUCADORA?

El educador o educadora infantil tiende a ser el puente entre la realidad más íntima del niño o niña y la realidad exterior, por lo que su papel es fundamental para la puesta en marcha del pequeño.

La educadora o educador infantil:

·     No se puede definir únicamente como un mediador es decir un elemento de coherencia entre el mundo interior del niño y la realidad externa, aunque este sea su principal papel, ya que se habla de una etapa inicial en la que el objetivo es acompañar al niño o niña.

·   También se le debe considerar interventor, ya que debe actuar ante las conductas infantiles tomando partido en muchas ocasiones.

·    Actúa como desencadenante de nuevos patrones de conducta y como potenciador de los ya existentes.

·      Detector de conductas fuera de lo normal. Su situación en un grupo de niños y niñas de edades similares le permite comparar y detectar posibles anomalías tanto conductuales como sensoriales o cognitivas.

Para cumplir estos roles, deberá incorporar de manera simultánea, tres tipos de actuación:

·       Específica, por el carácter individual, dedicando la atención necesaria a cada niña o niño, lo que supone una buena formación en los diferentes campos de la psicología.

·    Amplia, por el carácter global, no actuando únicamente respecto de una conducta observable sino teniendo en cuenta todas las características del niño o niña.

·        Muy elaborada y rápida, basada en una observación sistemática de los niños y niñas que tiene a su cargo para poder actuar con la rapidez necesaria en el momento oportuno.

 

¿CUÁL DEBE SER EL PAPEL DE LA FAMILIA?

La familia es el primer agente socializador de sus hijos e hijas y el más importante.

La escuela exige desde el principio, que las relaciones y contactos con las familias sean continuos y adecuados, por lo que, en la medida de lo posible, estas deben participar en diversas actividades de centro o aula de modo organizado y sistematico. Esta participación de las familias se puede canalizar a través de dos acciones complementarias:

Activa, en aquellas acciones que, como grupo de padres, puedan organizar ellos mismos ayudando a la educación de sus hijos, por ejemplo en fiestas y acontecimientos a lo largo del curso, en los que pueden participar como dinamizadores directos o colaborando estrechamente con los educadores y educadoras.

Pasiva, entendiendo que, como responsables de un niño o niña, deben informarse puntualmente, a través del educador o la educadora, de sus avances en el aprendizaje, para poder apoyar el trabajo que se realiza en la escuela y actuar en la misma línea.

La escuela debe incitar a la participación de las familias y, por extensión, de los demás sectores sociales, mostrándose como un agente dinamizador y dialogante con el medio.

 

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